El término mindfulness, que puede ser nuevo para muchos, traduce en español conciencia plena. Nace del zen, que a su vez, desciende del budismo. Sin embargo, esta práctica es completamente libre de cualquier sistema religioso.

Vivir una experiencia mindfulness no es algo que se pueda poner fácilmente en palabras, ya que no involucra el intelecto ni los pensamientos, sino la presencia, la conexión y la aceptación.

El mindfulness busca vivir el presente para lograr una desconexión de la mente, permitiendo que la voz juzgadora en tu interior se silencie, que tus pensamientos de sufrimiento se apaguen, que tus deseos y recuerdos no te controlen y que tus miedos desaparezcan.

Habitar en el ahora te permite vivir sin ego, descansar del parloteo continuo de los pensamientos negativos y apagar el piloto automático que maneja tus acciones y reacciones. Tomar conciencia del instante en el que realmente estás te brinda la posibilidad de conectarte sensorialmente con el placer de estar vivo, de sentir el exterior sin juzgarlo, disfrutándolo sin apego, sin miedo y libre de la ilusión mental.

La mente usualmente está en control de nuestras vidas, haciéndonos actuar como robots que vienen al mundo sólo para sentarse frente a un escritorio durante todo el horario laboral, a cumplir con las tareas del día a día y con las obligaciones que la sociedad nos ha impuesto. Todo con el objetivo de ganar dinero y acumular bienes, que en muchas ocasiones no nos traen felicidad sino que nos atan a compromisos adicionales. Como consecuencia de las arraigadas creencias sociales, nuestra mente opera con el objetivo principal de recaudar posesiones materiales, volviéndonos adictos a cualquier actividad encaminada a este logro.

Nos hemos olvidado de sentir y vivir la vida, de conectarnos con el mundo como cuando éramos niños, nos hemos dejado enfrascar por las creencias sociales, por el “qué dirán” y por nuestro ego, perdiendo contacto con lo más importante: la vida misma.

En tus manos está la decisión de pasarte la vida en piloto automático o de vivir cada momento con total atención; tomando el mando sobre tus movimientos, pensamientos y emociones con el fin de encontrar un bienestar interior permanente y no-dependiente.

Meditación: Duchándote de regreso al presente

Regálate a ti mismo el placer de comenzar tu día con total conciencia. Te invito a experimentar esta meditación en movimiento durante una de las primeras actividades de tu rutina diaria: tomar una ducha. Lo único que debes hacer es disponerte a disfrutar del proceso.

1. Empieza por sumergir uno a uno los dedos de tus pies en el agua que cae.

2. Lentamente, comienza a subir, enfocándote sólo en sentir la textura de las gotas sobre la parte de tu cuerpo que está directamente debajo del agua. Cerrar tus ojos te ayudará a concentrarte aún más.

3. Una vez llegues a la cabeza, activa tus otros sentidos para que no sólo sientas las gotas de agua al entrar en contacto con tu piel, sino que también puedas verlas y escucharlas mientras se deslizan.

4. Ahora, si el agua está caliente, comienza a enfriarla hasta llegar al máximo de frío (sin pasar del agua caliente al agua fría radicalmente). Siente cómo la comodidad del agua caliente se transforma en el despertar de la temperatura fría. Experiméntalo sin juzgar. Descubre lo bueno de estar bajo el agua caliente y lo bueno de estar bajo el agua fría.

Al estar consciente, puedes disolver el miedo al cambio, a romper la rutina. Todo lo que llega a tu vida te trae un tesoro escondido en forma de una lección por aprender. Este paso en particular de la meditación te trae el poder de la aceptación.

5. Termina de tomar tu ducha pero continúa en un estado meditativo.

Encuentra la presencia en cada instante, sin importar lo que hagas o dónde te encuentres: tu vida es aquí, tu vida es ahora.

 

“Todos los días deberías meditar 20 minutos, a no ser que estés muy ocupado, entonces hazlo por 1 hora.”

Antiguo proverbio Zen

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