Cuando el Alma siente curiosidad por comprender cómo funciona la experiencia en este planeta azul, debe por obligación tomar prestado un traje especial, el cual es la combinación de tres cuerpos: uno físico, uno emocional y uno mental. Este traje humano se asemeja al de los animales en que ambos contienen un cuerpo físico con sentidos para absorber información del campo material, un cuerpo emocional con polaridad para diferenciar lo peligroso de lo confiable, y un cuerpo mental para guardar toda la información percibida por el cuerpo físico y el cuerpo emocional. Esta información es clasificada dentro de la mente por categorías: dolor o placer, miedo o seguridad, y bueno o malo.

La única diferencia entre el traje del animal y el del humano es que los primeros no tienen la opción de controlar sus emociones ni su mente, los segundos sí. El ser humano puede cuestionarse, buscar respuestas, razonar y reflexionar. Esto le da la libertad de escoger si se duerme; identificándose con la materia, emociones y creencias, o si se despierta; desprendiéndose de toda identificación con este traje. Cuando la opción elegida es esta última, el Alma comienza a tomar el control de la mente para apagarla cuando no la necesita y para prenderla cuando sí. Los animales no tienen esta libertad, estos están sometidos a identificarse con el traje y a obedecerle a las creencias almacenadas en sus mentes; creencias que no son más que recuerdos vividos en el pasado.

Pregúntate: ¿cuántas creencias familiares, sociales, culturales y religiosas has almacenado desde que naciste? Y a esto súmale todas las creencias que has traído de tus vidas pasadas. Ahora júntalas y podrás conocer tu ego. Tu ego es la personalidad que se forma a partir de la unión de todas las creencias almacenadas en tu mente, las cuales, por supuesto, pueden cambiar con el tiempo, transformando de la misma manera tu personalidad.

María y la infidelidad

Para comprender cómo funciona una creencia vamos a suponer que María ha experimentado sufrimiento por culpa de la infidelidad de sus ex-novios. Su mente sólo ha almacenado información de desamor e infidelidad en el campo sentimental, su voz mental únicamente le recuerda estas creencias que dicen: “Todos los hombres son infieles, los hombres hacen daño, los noviazgos generan sufrimiento”, etc. Como consecuencia, siempre se activa en ella una forma de conducta de miedo en todas sus relaciones. El mismo miedo que siente un perro cuando ve el periódico con el que le pegan cada que se orina en el tapete.

Si por ejemplo María tuviera un nuevo novio, el cual realmente fuera fiel, su mente jamás lo entendería, y seguiría diciendo: “si se demora para recogerme es porque está con la amante, si no me contesta el celular es porque está con otra mujer”, etc. De la misma manera que reaccionaría el perro si su amo decidiera utilizar el periódico para premiarlo en vez de castigarlo. Para el perro el periódico siempre va a significar castigo, no importa cuánto se le demuestre que ahora el periódico significa premio y no castigo; para él será una señal de peligro, probablemente por el resto de su vida.

El ego de María se va a comportar de acuerdo a las creencias que lo forman. Sin embargo, éstas se pueden desmentir una vez el Alma toma el control a través de la observación y la reflexión acerca de que ella no es la mente, y por ende tiene la habilidad de apagarla cuando no la necesite, para poder vivir el presente, y de prenderla cuando requiera de información acerca del pasado, para tomar alguna decisión.

El ego es la suma de las creencias almacenadas en la mente y el Alma es la consciencia. La mente es un computador y el Alma es quien tiene la opción de controlarla.

El ego nace para sobrevivir y sufrir, el Alma para jugar y comprender.

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